viernes, 20 de junio de 2008

Europa vuelve al siglo XIX


La prolongación a 60 y 65 horas de la jornada laboral en Europa confirma lo que decimos en nuestro libro Manifiesto del Siglo XXI, y que es lo mismo que Marx dijo en el siglo XIX: el capitalismo se ve empujado por su propia contradicción a intensificar la explotación del trabajo.
¿Qué mayor paradoja puede haber? La tecnología nos ha permitido aumentar nuestra productividad en forma asombrosa, lo que significa que hoy producimos, en cada jornada, el doble o el triple que hace 20 años. La consecuencia lógica no debería ser otra que irnos a casa más temprano. Si hoy has producido en cuatro horas lo mismo que antes producías en ocho, ¿no sería lo justo que pudieras disfrutar de más tiempo libre, que bien te lo estás ganando con tu esfuerzo?
Eso es tan lógico que un niño no vacilaría en contestar que sí. Y tanto lo es que, hace sesenta o setenta años, cuando la revolución tecnológica del siglo XX ya avanzaba a toda máquina, los teóricos de la economía capitalista pronosticaron que el desarrollo tecnológico y el incremento constante de la productividad conducirían, inevitablemente, a reducir el tiempo de trabajo. Keynes anunció, exhultante, que la jornada de trabajo del futuro sería de 3 horas.
Pues bien, ya estamos en el futuro. Es decir, estamos en lo que, para Keynes, era el futuro. ¿Y qué está ocurriendo? No ocurre ninguna reducción de la jornada de trabajo, sino todo lo contrario. A lo largo y ancho del planeta se empuja a los trabajadores a prolongar su jornada de trabajo.
Repito: ¿Qué mayor paradoja puede haber? ¿Qué mecanismo endemoniado empuja esta maquinaria económica a explotar cada vez más a los trabajadores, cuanto más y más producen? ¿Qué fuerzas oscuras se mueven tras bastidores, para conseguir que trabajemos cada vez más, y que no solo aceptemos hacerlo, sino que estemos convencidos de que hacerlo es bueno, es necesario y conveniente? ¿Hasta qué punto podemos estar enajenados en nuestra voluntad, para que ser explotados de manera tan inicua nos parezca normal y, por el contrario, cuando alguien hable de trabajar menos, lejos de aceptarlo, la gente se horrorice y tache de loco a quien propone la única cosa sensata que debe proponerse?
Hay respuestas para todas estas preguntas en el libro Manifiesto del Siglo XXI- la gran fisura mundial y cómo revertirla.
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