Reproduzco la entrevista que ha publicado el periódico “El Universal”, aunque con una corrección: he puesto “ser humano” donde ellos han colocado “hombre”, para evitar el sesgo de género.
-No, no hay ninguno. En 1932, Bertrand Russell planteó la jornada de cuatro horas. Yo estoy siguiendo a Russell en mi planteamiento, aunque con otra fundamentación. Ojalá hubiera alguien para plantear la jornada de cuatro horas, pero hasta el momento no lo hay. Sin embargo, una frase que yo cito siempre es la de Eduardo Galeano que dice “para qué sirven las máquinas si no es para trabajar menos”.
-El incremento desproporcionado de la tecnología, el avance de la era digital, debería darnos mayor libertad, pero aún tenemos ese primitivismo en el uso, entonces, ¿cómo podemos manejar ese desnivel que existe?
-Ese es justamente el problema. Marx lo percibió e inteligentemente lo expuso cuando dice que “la máquina, que debería servir para liberar al hombre, se convierte, en manos del capital, en todo lo contrario: un instrumento para esclavizarlo”. Y cuando lo esclaviza, lo enajena.
-¿Y por eso predica la jornda de cuatro horas?
-Así es. Yo estoy convencido de que, al reducir la jornada de trabajo, no solamente vamos a resolver el problema económico de la humanidad, sino también el problema de la vida, la cultura y la libertad del ser humano. Vamos a dar un paso para cambiar las cosas y hacer que el ser humano pueda ser libre.
¿Pero cuánto de posibilidad tenemos para que toda esa utopía marxista tenga un aterrizaje en la realidad?
-Bueno, no la llame utopía marxista, porque en realidad la reducción de la jornada puede ser aceptada y entendida por muchas personas sin necesidad de ser marxistas. Es una cuestión de sensatez y de sentido común.
-Utopía humanista, entonces.
-Podría ser. Te respondo: es perfectamente posible hacerlo, y es muy sencillo. Estamos muy cerca de eso.
-¿Cómo así?
-Es cuestión de que todo el mundo se ponga de acuerdo. En ese sentido es paradójico, porque es simple y a la vez complejo. Pero sí tiene que ser una lucha universal. Si ya lo fue en 1919, cuando rápidamente se extendieron por el mundo las huelgas por las ocho horas y se conquistaron, ahore es muchísimo más factible que entonces.
-Pero, en esa época la gente llevaba una vida mucho más comunitaria. Hoy, la tecnología ha individualizado a las personas y eso ha afectado a lo colectivo, a la comunidad.
-No, no creo que sea la tecnología la que ha separado a las personas, es el sistema económico. Mire, en Francia hay una huelga general, la gente empieza a protestar a pesar de la desunión y la individualización que usted dice. Estas huelgas que se están produciendo en Europa podrían ser los preámbulos de un nuevo mayo del 68. Si en aquella época, los movimientos obreros y estudiantiles hubieran sabido lo que buscaban, se habría conquistado algo.
-¿No sabían lo que buscaban?
-No, porque no tuvieron una reivindicación concreta. La reivindicación que les faltó plantear, en ese momento, era la jornada de cuatro horas, el equivalente de las ocho horas de 1919. Si la hubiesen planteado, ese movimiento hubiera llegado a la victoria y hoy estaríamos en una sociedad muchísimo mejor que el tenebroso pantano en que nos encontramos ahora. Hoy es posible que haya otro mayo del 68. La historia evoluciona con saltos cualitativos, cada cierto tiempo se produce un salto de se tipo.
-¿Y usted ya está viendo ese salto?
-No, no. Sería prematuro decirlo. Estamos en lo que podrían ser los prolegómenos de una rebelión, pero siendo realista yo espero que eso se produzca en unos diez años. Ojalá que para 2019, cuando se cumplan cien años de las ocho horas, pudiéramos ir a una huelga mundial por las cuatro horas.
-Pero son las corporaciones las que dominan al mundo porque ellas tienen el poder económico.
-Sí, así es. Sin embargo, hay una fuerza que puede enfrentarse a toda esa maquinaria de las corporaciones.
-Y cuál es esa fuerza?
-Es la fuerza del proletariado. El gran gigante dormido que podría cambiar la historia. Como se ha quedado dormido, se han olvidado de él muchísimas veces, incluso los izquierdistas lo niegan ahora, como Pedro negó a Cristo. Sin embargo, el proletariado no está enterrado, está dormido.
-¿Y cómo piensa despertarlo?
-Eso es lo difícil y a la vez lo más fácil. Solamente un vidrio opaco nos impide ver que al otro lado hay un mundo mejor. El asunto está en romper ese vidrio. Estamos en un pantano y, al otro lado del vidrio, hay un jardín. Además, ¿qué son las corporaciones cuando la gente deja de ir a trabajar? Porque no existe capital sino con el trabajo de la gente. El poder está en nosotros.
-Don Carlos, ¿qué piensa del comunismo de Cuba?¿cree que es el imaginado por Marx?
-No. desde el punto de vista marxista no se puede sostener que Cuba, Rusia o China sean el socialismo que quiso Marx. La propia teoría de este gran filósofo así lo demuestra. pero no voy a caer en el simplismo de decir que condeno a Cuba. Es un país que ha hecho una revolución dentro de las condiciones que pudo. Ese no es el socialismo, como tampoco lo fue lo que hubo en Rusia, eso fue una invención de Stalin. El socialismo es el reino de la libertad.
-Cuba está cerrada a la inversión, ¿cuál es su opinión sobre este punto?
-Siempre nos han vendido la idea de que las cosas se van a resolver atrayendo a inversión. Hay que dejar que venga la inversión con sus efectos benéfivos, dicen. Pero lo cierto es que la inversión es producto de la deslocalización. Es decir, lo que te pagan acá lo pagaban en Europa al triple, y cuando haya otro país más necesitado con el salario mucho menor, la inversión se irá, porque no faltará otro país que diga “yo lo hago por menos”. Entonces, eso degrada y humilla a la gente, todo para atraer la famos inversión. Y eso tiene que ser así, nos dicen.
-¿Haría caricaturas contra aquellos que comulgan con su pensamiento?
-Por qué no. Por ejemplo, si Susana Villarán llega a la alcaldía y comete errores, lo haría. Lo que me apena es que hay gente que me conoce y con quienes he coincidido en algunas cosas, y después de hacer caricaturas contra ellos se molestan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario