jueves, 24 de febrero de 2011

Por qué no se cumple la predicción de Keynes sobre la jornada de tres horas.

¿Se puede comer dinero? ¿Cuánto es suficiente?

La recesión económica ha producido una explosión de irritación popular  contra la “avaricia” de los banqueros y sus primas “obscenas”, que ha ido acompañada de la crítica más amplia al “desarrollismo”: la persecución del desarrollo económico o la acumulación de riqueza a toda costa, independientemente del daño que pueda causar al medio ambiente de la Tierra o a valores compartidos.
John Maynard Keynes abordó esa cuestión en 1930 en su breve ensayo “Posibilidades económicas para nuestros nietos”. Keynes predijo que al cabo de 100 años –es decir, en 2030–, el crecimiento en el mundo desarrollado se habría detenido de hecho, porque la gente tendría “suficiente” para llevar una “buena vida”. Las horas de trabajo remunerado se reducirían a tres al día: una semana de quince horas. Los seres humanos serían más como los “lirios del valle que ni trabajan ni hilan”.
La predicción de Keynes se basaba en la suposición de que, con un 2% de aumento anual del capital,  un 1% de aumento de la productividad y una población estable, el nivel de vida medio se multiplicaría por ocho por término medio, lo que nos permite calcular cuánto pensaba Keynes que era [suficiente]. El PIB por habitante en el Reino Unido al final del decenio de 1920 (antes del desplome de 1929) era 5.200 libras (8.700 dólares), aproximadamente, en valor actual. De modo que calculó que un PIB por habitante de 40.000 libras (66.000 dólares), aproximadamente, sería “suficiente” para que los seres humanos centraran su atención en cosas más agradables. No está claro por qué pensaba Keynes que la renta nacional británica media multiplicada por ocho sería “suficiente”. Lo más probable es que adoptara como criterio de suficiencia los ingresos del burgués rentista de su época, que eran unas diez veces mayores que los del trabajador medio.
Ochenta años después, el mundo desarrollado se ha acercado al objetivo de Keynes. En 2007 (es decir, antes del desplome), el FMI informó de que el PIB medio por habitante en los Estados Unidos ascendía a 47.000 dólares y en el Reino Unido a 46.000. Dicho de otro modo, el nivel de vida del Reino Unido se ha multiplicado por cinco desde 1930, pese a la refutación de dos de las hipótesis de Keynes: las de que no habría “guerras importantes” ni “crecimiento de la población” (en el Reino Unido la población es el 33 por ciento mayor que en 1930).
La razón de que hayamos prosperado tanto es la de que el aumento anual de la productividad ha sido mayor que el proyectado por Keynes: un 1,6%, aproximadamente, en el Reino Unido y un poco mayor en los Estados Unidos. Países como Alemania y el Japón han prosperado más aún, pese a los efectos enormemente perturbadores de la guerra. Es probable que la mayor parte de los países occidentales alcancen el “objetivo” de 66.000 dólares de Keynes en 2030.
Pero es igualmente improbable que ese logro ponga fin a la [insaciable aspiración] de obtener más dinero. Supongamos, cautelarmente, que hayamos recorrido las tres cuartas partes del camino hacia el objetivo de Keynes. Habría sido de esperar, por tanto, que la jornada laboral hubiera disminuido en dos terceras partes. En realidad, ha disminuido sólo una tercera parte... y ha dejado de reducirse desde el decenio de 1980.

lunes, 14 de febrero de 2011

Conferencia y panel sobre la Jornada de 4 horas.


PRESENTACIÓN
El Colegio de Sociólogos del Perú auspicia la presentación de la Conferencia del arquitecto y dibujante Carlos Tovar, “Carlín”, sobre la Jornada de Cuatro Horas, sustentada en su libro “Manifiesto del siglo XXI”, aparecido en 2006.
La conferencia contará con los comentarios de un panel integrado por Guillermo Rochabrún, sociólogo, catedrático de la Universidad Católica y reconocido autor, y José Carlos Ballón, filósofo, también catedrático y autor, director de las ediciones de Vicerrectorado de la Universidad de San Marcos.
La presentación estará a cargo de Pedro Pablo Coppa, decano del Colegio de Sociólogos del Perú, y Ángel Díaz Paredes, coordinador general del evento.
El evento se realizará el jueves 3 de marzo a las 7pm, en el Salón Central del Centro Cultural de San Marcos (La Casona), en el Parque Universitario.
El ingreso es libre. 

FUNDAMENTACIÓN
Luego de más de veinte años de revolución tecnológica, las esperanzadas promesas de los futurólogos de los noventas parecen cada vez más lejos de cumplirse.
Las maravillas de la informática y la automatización nos siguen deslumbrando con   nuevos artilugios, más veloces, más compactos y más fáciles de operar y, con ellos, los seres humanos han obtenido un fantástico incremento de su productividad.
En promedio, los trabajadores producen hoy el doble que hace veinte o treinta años. Pero en lugar de premiar ese esfuerzo con una vida más placentera y libre, el sistema enloquecido en el que estamos inmersos exige a la gente que se esclavice más aún, prolongando  e intensificando sus jornadas hasta límites extremos, al tiempo que continúa la siniestra ola de despidos masivos.
Este régimen, tan hábil para revolucionar la técnica, es, sin embargo, absolutamente inepto para hacer la primera cosa sensata que cabría esperar de esos adelantos: aliviar el esfuerzo cotidiano de los seres humanos, liberándolos progresivamente de la carga del trabajo.
Somos los trabajadores del mundo los llamados a poner coto a este despropósito monumental, a esta injusticia clamorosa. Para lograrlo, debemos unirnos con una bandera común, capaz de movilizar a todos para conseguir un objetivo tangible.
Esa reivindicación concreta existe, y es la jornada de cuatro horas.
La jornada de cuatro horas cerraría la enorme fisura mundial entre productividad y trabajo. Su implantación a nivel planetario significaría la obtención casi inmediata del pleno empleo, lo que, a su vez, es el primer y definitivo paso para la desaparición de la pobreza en el mundo.
Debería ser continuada con reducciones sucesivas, proporcionales a los nuevos incrementos de productividad, en los años venideros, de manera de alcanzar, en un futuro no muy lejano, jornadas de tres o de dos horas. Ello significará, como es fácil vislumbrar, una nueva etapa en la historia de la humanidad, que abrirá el camino  de nuestra verdadera liberación.