El título puede parecer provocador a algunos y, tal vez, incomprensible a otros. Se trata de un problema teórico, sin duda, pero es una cuestión capital, sobre la que pesa un enorme equívoco que es nuestro propósito empezar a despejar.
Cuando Marx, en la famosa Crítica del programa de Gotha, habla de dictadura del proletariado, lo hace en un sentido amplio, que luego se ha ido desdibujando en sus intérpretes, hasta llegar a trastocarse:
Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.Recapitulemos. Para Marx, todo Estado es, por definición, el órgano de dominación de una clase (o, en ciertos casos, de una alianza de clases) sobre la sociedad. Luego, todo Estado es, en última instancia, una dictadura.
Las formas políticas que adopta esa dictadura son, sin embargo, diferentes en cada etapa del desenvolvimiento de la sociedad. En palabras sencillas: no todas las dictaduras son iguales (¡y vaya que no lo son, aquí está el quid de la cuestión!).
Resultaría ocioso extenderse en explicar que el paso del régimen esclavista al régimen feudal significó un avance de la historia (se cambia la esclavitud por la servidumbre), y que, de igual manera, el paso del régimen feudal al régimen burgués significó otro gran avance (se cambia la servidumbre por el trabajo asalariado). Las formas políticas que adopta el Estado burgués obedecen a que, en su enfrentamiento con la feudalidad, necesita afirmar los derechos del individuo, para permitir el libre funcionamiento del mercado, como bien sabemos.
Es esa necesidad de la burguesía la que genera la forma institucional del Estado burgués, forma que, en términos generales, se conoce como la República Democrática. Son características de esa forma política el voto universal, la democracia parlamentaria y la libertad de opinión y pensamiento, principalmente.
Esas libertades democráticas, ninguna de las cuales existía en el régimen feudal, son, al mismo tiempo que conquistas de la burguesía, conquistas de la humanidad. Son avances en el arduo camino del ser humano hacia su libertad verdadera.Vistos dialécticamente, esos avances son al mismo tiempo, liberadores y limitantes. Son liberadores porque permiten al individuo el acceso a derechos que no tenía en la sociedad precedente. Pero son limitantes porque, al mismo tiempo, permiten que se mantenga la dominación de la burguesía sobre la sociedad y, con ella, la explotación del hombre por el hombre.
Lo que Marx dice es que todas esas instituciones democráticas, con todo lo avanzadas que pueden ser, siguen manteniendo la dictadura de la burguesía. Todos los Estados contemporáneos, incluso los más liberales y menos represivos de entre ellos, son formas de la dictadura de la burguesía. Lo son, sencillamente, porque la sola existencia del Estado es prueba de que existe la dictadura de una clase sobre las demás.
Este enunciado, que puede parecer condenatorio de la democracia burguesa, es, si vemos la cuestión dialécticamente, su más preclara valoración. Marx, como sabemos, reconoce y exalta los avances formidables de la burguesía, al mismo tiempo que señala sus limitaciones:
A cada etapa de avance recorrida por la burguesía corresponde una nueva etapa de progreso político (Manifiesto Comunista).Como dice Berman, el capitalismo es, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor que le ha pasado al género humano.
Pasemos ahora a la dictadura del proletariado. Marx dice, para comenzar, que hay una diferencia sustancial entre esta dictadura y las precedentes: mientras las anteriores fueron dictaduras de minorías sobra la inmensa mayoría, se trata ahora de instaurar la dictadura de la inmensa mayoría sobre una minoría.
Aclaremos que esa dictadura es, además, según el propio Marx, un régimen transitorio, es decir, una dictadura que camina hacia su disolución (y esta es otra diferencia fundamental con sus predecesoras). Pero no nos adelantemos todavía a la cuestión de su disolución, y terminemos de dilucidar las características que debe tener ese régimen transitorio.
Si la dictadura de la burguesía, siendo de una minoría, pudo establecer conquistas como el voto universal, la democracia parlamentaria y, en general, los derechos humanos, ¿no es lógico que la dictadura del proletariado, la dictadura de la inmensa mayoría, fortalezca, amplíe y aumente esas libertades democráticas, en lugar de conculcarlas?
No llegó a ocurrir tal cosa en los regímenes que intentaron establecer el socialismo en países semifeudales porque, como lo decía la propia teoría marxista, era imposible pasar al socialismo en países donde, por no existir todavía la dominación de la burguesía, tampoco se había desarrollado el proletariado.
Pero una verdadera dictadura del proletariado, cuando llegue a establecerse, ¿no debería ser, por definición, la más amplia de las democracias hasta ahora conocidas? ¿Puede esa amplia democracia conculcar la libertad de organización, la libertad de prensa, el voto universal y secreto, y todas las demás libertades por las que el proletariado derramó su sangre cuando, junto a la burguesía, logró el derrocamiento de la monarquía y la nobleza feudales?
No solamente no puede, ni debe, conculcar esas libertades. ¡Debe y puede hacerlas más amplias! Se trata, dijimos de la dictadura de la amplia mayoría sobre una minoría, y se trata, además, de una dictadura transitoria, en camino hacia su disolución.
Los derechos humanos, esa gran conquista de los ciudadanos, no solamente deberán ser reconocidos y defendidos mejor que nunca en la dictadura del proletariado, sino ampliados. Lo que resulta inconcebible es pensar que puedan ser recortados de manera alguna.
Es verdad que Marx y Engels no se extendieron en el esclarecimiento de las características del la dictadura del proletariado, pero, si seguimos el hilo de su razonamiento, como lo hemos trazado aquí, la cuestión no merece ninguna duda.
Hay, para mayor abundamiento, un texto que resuelve, a nuestro juicio, de manera explícita y definitiva este falso dilema, redondeando y aclarando lo que en la Crítica del programa de Gotha era solo un enunciado.
Se trata de la Crítica del programa de Erfurt, escrita por Engels en 1891:
Está absolutamente fuera de duda que nuestro partido y la clase obrera sólo pueden llegar a la dominación bajo la forma de la república democrática. Esta última es incluso la forma específica de la dictadura del proletariado, como lo ha mostrado ya la Gran Revolución francesa.En la “Historia del patido comunista bolchevique de la URSS” (Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1939) publicada con la aprobación de Stalin, se reconoce que:
“Hasta la segunda revolución rusa (febrero de 1917), los marxistas de todos los países partían del criterio de que la república democrática parlamentaria era la forma de organización política de la sociedad más conveniente para el periodo de trancisión del capitalismo al socialismo” (pag. 415, op. cit).
Fue Stalin, como consta en ese libro y en otros textos suyos, quien se encargó de cambiar este concepto, negando que la república democreatica tuviera ese papel. Pero de Stalin nos ocuparemos en una entrega posterior, con mayor amplitud.
6 comentarios:
"Marx y Engels no se extendieron en el esclarecimiento de las características del la dictadura del proletariado, pero, si seguimos el hilo de su razonamiento, como lo hemos trazado aquí, la cuestión no merece ninguna duda."
En el 1000 D.C. ¿aceptarías un viajecito alrededor de la Tierra sin un indicio de que es redonda? Yo no. Si Marx y Engels no aclaran qué características tiene esa dictadura del proletariado, yo no me puedo arriesgar a someterme a esa dictaruda, menos aún habiendo visto los experimentos previos.
Cuando digo que no se extendieron, no quiero decir que no lo tuvieron clkaro, ahí están las citas.
Justamente, Colón emprendió su viaje cuando solo habían indicios de que la tierra era redonda, y lo comprobó. Hay suficientes indicios cobre lo que debe ser la dictadura del proletariado: la más amplia democracia jamás conocida.
Otra vez hablamos de entelequias. El proletariado occidental ya no es el mismo que el que conocieron Marx y Engels. Entonces... ¿de qué dictadura de qué proletariado hablamos? En todo caso ello depende mucho de que el mismo sea lo suficientemente preparado para manejar (no sólo tomar)el poder. No dudo que lo logre, pero no creo que ello sea posible en el calendario en curso. Total, qué más da unas décadas o siglos para las sociedades de los humanos.
El problema es el individualismo arraigado en las personas (incluyendo a los proles). Algunos lograrán avanzar en su desarrollo y adquirir una mente sin egoísmo, pero igual estamos hablando de minorías... no de toda una mayoría.
Parte del problema de no entender las propuestas de Marx y Engels es, justamente, el no haberlas leído bien. Y en el caso de aquellos que leyeron algunas, como el Manifiesto o Anti-Dühring, es creer que la historia no cambia y que Marx y Engels debían "predecir" hasta en sus más mìnimos detalles lo que iba a pasar. Señores, las propuestas centrales, el fondo de la teoría marxista sigue hoy más vigente que nunca (leer la última obra de Eric Hobsbawm). Antes de opinar, hay que leer bien.
Y los invitamos a visitar nuestro blog: juventudprogresistadelperu.blogspot.com
En él encontrarán temas afines a los que trabaja el señor Carlín y, además, la última edición de nuestra radio, donde justamente abordamos la vigencia de Marx a través de un especial sobre el Manifiesto del Partido Comunista.
Saludos progresistas al señor Carlín por su esfuerzo sostenido en pro del cambio de sociedad.
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